DATOS DE
Ortega Cano
Le molesta que le miren, lo mismo que le ocurre a los genios tardíamente en su vida y al vulgo durante toda su existencia. José Ortega Cano guarda tanto respeto a los invisibles lazos que crea entre los individuos de una familia la circulación de una misma sangre, como respeto guarda a un trágico griego. Y luce una sonrisa coqueta, curiosa y un tanto atormentada y engañosa, que casi nunca hace juego con sus ojos. Los ojos los pone en otra parte, porque está pensando en otras cosas. Sólo de vez en cuando se unen a la claridad de su gesto y entonces es irremisiblemente encantador.
“Bueno, ahí me hace la competencia Victorino”, confiesa el cartagenero, único espada que ha indultado dos toros de esta ganadería. Uno de ellos en Las Ventas, único ejemplar al que se le ha perdonado la vida en esta plaza, que atendía por Velador, marcado con el número 21, cárdeno, lidiado el 19 de julio de 1982 y Garboso, herrado con el número 2, en Olivenza el 6 de marzo de 1994.
“Eso es un hecho histórico del que ha sido protagonista y me siento muy orgulloso. Cuando indulté a Velador aún no estaba en figura y ese fue mi despegue hacia la cima, aunque el toro tardó dos horas exactas en volver a los corrales y aquello ensombreció un poco mi actuación. Años más tarde me encontré con Garboso, que fue muy bravo y que dio con otro torero tan bravo como él. Poco a poco nos atemperamos los nervios los dos y surgió la magia. Por eso mi consejo para el matador que vaya a estoquear victorinos es que vaya también muy bravo y dispuesto a dar lo mejor de sí. No hay otro truco, porque el toro pone el resto”.
Ortega está doblando la esquina peligrosa de la madurez con aire de superviviente que todavía puede dar un susto. Y aunque es un árbol que ha dado ya muchos frutos es capaz de soltarse con los más sabrosos en cualquier momento.
“Esa motivación es la que me lleva a volver a los ruedos y me agradaría anunciarme con alguna corrida de Victorino. El miedo y la responsabilidad son mayores, pero esta ganadería tiene un sello tan personal y es tan diferente, para lo bueno y para lo malo, que el espectáculo está asegurado”.
Marisa Arcas