DATOS DE
Julián López El Juli
Posee un semblante inimitable y unos ojos que semejan las aguas estancadas entre los arrecifes de una isla desierta. Y a veces, se queda mirando al infinito como si algo se le hubiera perdido, como si el infinito mismo no le bastara a su anhelo de absoluto. “Es que quiero llegar a lo más alto, dónde aún no haya llegado el más grande de los toreros. Tengo ambición, juventud y mucha fe en Dios y en mis cualidades”, sentencia Julián López, alias El Juli.
Han llegado a decir que frente a un chico con tanto carisma es preciso un gran esfuerzo de autocontrol para no caer en el “Síndrome de Estocolmo”, porque, de otro modo, el que le escucha y le mira puede ser inevitablemente seducido. “Lo cierto es que tengo muchos partidarios y partidarias. Y es bonito que digan esas cosas y que la gente joven acuda cada vez más a la plaza. La fiesta está en auge y hay un buen plantel de toreros y de ganaderías. La de Victorino, por ejemplo, está en un momento inmejorable. Y llegar ahí no es fácil.
El público le pide cada vez más y la brega en el campo es muy dura. Yo admiro su constancia pero, sobre todo, su talento. No tiene nada de paleto. Puede que no haya pisado una universidad, pero en la asignatura de la vida taurina ha sacado sobresaliente. Hasta ahora no me he prodigado mucho con sus toros, pero soy muy joven y llevo dos días en esto. Sin embargo, la ganadería está ahí y yo ya he llegado a un momento profesional en el que me encuentro más preparado y capacitado para torear los victorinos con más asiduidad. No quiero decir que le vaya a matar las camadas completas, pero sí que coincidiremos en carteles de ferias importantes. Al menos, eso me agradaría. Por lo pronto, esta temporada los mataré en la Aste Nagusia bilbaína. Creo que puede ser algo muy bonito y al público le puede gustar verme con los victorinos. Ya lo hice una vez en Olivenza, pero en esta ocasión el reto es mayor”.
Julián López tiene una risa clara y contagiosa que sabe soltar siempre en el momento adecuado. Y un sobrenombre taurino, que le abre todas las puertas. Hasta las de la gloria.
“Bueno, estamos en ello”, concluye el matador.
Marisa Arcas