Repercusiones a la corrida de San Isidro
UNO DE VACAS
Mundotoro, 08.06.02.
Un gran toro. Un toro de vacas en Madrid. ´Murciano´ se llamaba. Toro excepcional en bravura, en fijeza, en fuerza, en casi todo...Un gran toro en una corrida que ya no tuvo más excesos, rescatando al primero, con un pitón izquierdo de gran profundidad. El resto de los toros de Victorino Martín fueron tacaños en los finales, vulgarizándose, si se me permite, en donde ellos marcan la diferencia: ese tramo último del muletazo humillado, en ese querer seguir la muleta gateando. Incluso hubo un toro pelín rajado, el sexto. Pero la corrida cumplió en trapío, y, de sobra, en los primeros tercios. Además, ese toro de vacas, el tercero, vale por toda una corrida....Pedazo de toro. Bayoneto
UN TORO DE BANDERA
El País, 09.06.02 Un toro de bandera, un toro de escándalo, un victorino para encumbrar a un torero a la cima inalcanzable de auténtica figura. Murciano se llamaba, pesaba 511 kilos, y fue todo un derroche de bravura y encastada boyantía. Luis Miguel Encabo, su matador, torerísimo toda la tarde, no supo o no pudo culminar una obra maestra y todo quedó en un trofeo que sabe a poco, a muy poco para lo imaginado.
Murciano salió con alegría, embistíó con fijeza en unas ajustadas verónicas; no hizo una espectacular pelea en varas, aunque empujó con codicia en el segundo encuentro. Se vino arriba en un largo tercio de quites en el que participó la terna al completo; acudió con alegría a las banderillas y se convirtió en una auténtica locomotora en la muleta. Largas y crecientes embestidas por ambos lados llevaron el entusiasmo al respetable. Un toro bravo, nada más y nada menos, con enorme poderío, de extraordinaria acometividad y movilidad. Una alegría para los sentidos. Antonio Lorca
ENCABO, A UN PASO DE REVENTAR LAS VENTAS CON UN BRAVÍSIMO VICTORINO.
ABC, 09.06.02 Punto y final a la Feria de San Isidro 2002. (…) Para cerrar la cosa, Victorino nos ofreció un tercer toro bravísimo, protestado de salida por su terciada presencia por los mismos que en su día quisieron devolver a «Bastonito». De nuevo se cubrieron de gloria. Porque el victorino no paró de embestir desde que pisó la arena venteña hasta su muerte, y eso a pesar de que los matadores se aplicaron con variedad y lucimiento en un precioso tercio de quites. Zabala de la Serna
ENCABO: OREJA DE UN GRAN TORO
El Mundo, 09.06.02 Ultima tarde de la isidrada y un júbilo indisimulado se derramaba por los alrededores de la plaza. Mientras por Las Ventas planeaba «una de mosqueo» porque el victorino tercero parecía chico, una verónica de Encabo fue tan lenta y tan larga que el toro pareció interminable. Bravo en varas. Esplá entró a quites por faroles y remató con una media belmontina. Réplica de Encabo por verónicas e invitación a Puerto que se ciñó toreramente por gaoneras. Después, Esplá a cuerpo limpio, paseándose ante el toro, se lo puso en suerte a Encabo y Encabo clavó el mejor par de la tarde. El peonaje, cuando banderillean los maestros, al callejón.
Luis Miguel Encabo estuvo bien; pero el ejemplar de Victorino Martín estuvo cumbre. Atesoraba el animal embestidas de clamor. Encabo estuvo valiente, mas el victorino era un torrente de casta brava; Encabo dio una tanda soberbia de naturales, pero el toro demandaba, por lo menos, tres o cuatro.
Encabo trazó el redondo, templadísimo en una serie, pero el victorino tenía, en su vibrante y franca embestida, toda la redondez hermosa y limpia del planeta.
O sea, que era un toro de bandera para hacerle el toreo de bandera con más generosidad y exactitud. Respecto a la oreja concedida, puso más entusiasmo el palco presidencial en concederla que el público en solicitarla. Javier Villán.